Como diseñadora, me gusta ojear las obras de otros artista. Además, me gusta el arte. Si, por último añado que siento una gran curiosidad por todo tipo de misterios, como los llamados “Codigos Da Vinci”, no puedo más que decir que la aparición y posterior venta multimillonaria (la más cara de la historia) del cuadro Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci no pasó desapercivida ante mis ojos.

He tenido la oportunidad de ver muchas de las obras de Leonardo da Vinci, algunas de ellas, como “La Anunciación”, “El Bautismo de Cristo” o la famosa “Mona Lisa”, las pude contemplar en persona. Grandes obras de arte con, tal vez, más de un misterio oculto tras ella. Pero ahora aparece Salvator Mundi como si surgiese de la nada, veo el cuadro y algo me desconcierta. No se si es mi tendencia a la imaginación, la sobredosis de historias que he leido de misterios sobre cuadros que ocultan un mensaje tras ellos o que, cada vez que miro el cuadro, siento que esa imagen de Cristo me atraviesa con la mirada sin importar desde donde la mire (sí, tiene el mismo efecto optico que la Giocconda). El caso es que esa obra me desconcertaba inexplicablemente y, de repente, encuentro un reportaje de Javier Sierra hablando sobre la susodicha obra y me pregunto hasta que punto mi desconcierto por ella se debe a lo que el ganador del premio planeta de este año escribe en este artículo:

Leonardo da Vinci y el misterio del «Salvator Mundi»